6 de octubre de 2015

El cerebro está de moda

La neurociencia estudia cómo funciona y se produce nuestro comportamiento. La composición biológica y el funcionamiento están ligados a la medicina; pero la forma en que reaccionamos, cómo tomamos nuestras decisiones, qué sensaciones y gustos tenemos o por qué nos enamoramos, siempre fueron cuestiones que intentó responder la psicología, la filosofía, la antropología, la religión o incluso el arte.

Ya lo adelantó Jonah Lehrer, uno de los científicos jóvenes más brillantes de los Estados Unidos, en su libro Proust y la neurociencia, al sostener que los científicos están despejando un camino que la literatura, la música y la pintura ya exploraron. No solamente Proust habló con precisión de la memoria, sino que Cézanne entendió como nadie los vectores y escenarios visuales del cerebro, y Virginia Woolf incursionó en el enigma de la conciencia y la autopercepción. Lo que une a estos artistas es que todos insinuaron diversos aspectos del funcionamiento de la mente; y en la actualidad, la neurociencia no hace sino confirmar las profundas intuiciones de todos ellos y acercarlas a la gente

Lo cierto es que esta nueva herramienta que intenta responder preguntas vitales y los "misterios" humanos desde la ciencia dejó atrás la estructura académica y salió a la calle con todas sus fuerzas. En la última década, la neurociencia nos enseñó más sobre el cerebro que toda la historia de la humanidad, por eso está en boca de todos y el término se sumó a otras disciplinas, como el neuromarketing, la neuroeducación o la neuromoda (cómo reacciona el cerebro ante la moda), que si bien son juegos de palabras, lo que marcan es que todo parte de nuestro cerebro.

Pero ¿cuál es la razón de este brutal éxito? Lo mismo de siempre: la necesidad de comprendernos a nosotros mismos para poder vivir mejor.

Vivir plenamente

Facundo Manes es muy claro al respecto en su libro Usar el cerebro, conocer nuestra mente para vivir mejor: "Cuando uno más comprende sobre sí mismo, más va a saber atenderse y cuidarse, es decir, vivir plenamente". Y este amplio conocimiento, desde cómo tomamos decisiones, qué nos pasa con el dinero o cómo surge la conciencia, se encuentra en nuestro cerebro. "Si nos hicieran un trasplante de riñón o de pulmón, seguiríamos siendo nosotros mismos. Pero si nos cambiaran el cerebro, nos convertiríamos en personas distintas", dice el neurólogo argentino. También asegura que "es un mito que se ama con el corazón. Será una linda metáfora, pero no es real. El origen de nuestros sentimientos y emociones está en nuestro cerebro".

En esto coincide Federico Fros Campelo, autor de La ciencia de las emociones, cuando asegura que asumir que el corazón es responsable de las emociones es un cliché promovido por filósofos como Descartes y Pascal, que pensaban que la emoción se opone a la razón, o que el corazón tiene razones

Razones que la razón no entiende. Muy lejos de estos principios, hoy debemos entender que en nuestra mente está la clave y que para mejorar nuestra vida —como nadie duda que sucede con el cuerpo— hay que entrenarla.

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