18 de octubre de 2015

Sí , que envejecemos

Sí que envejecemos. Tener conciencia de que el tiempo pasa, reflexionar sobre la temporalidad humana es una de las cuestiones que más puede aportar sobre el sentido de la vida

Así como existen características propias de los distintos momentos de la niñez, así como la adolescencia y la mediana edad tienen sus desafíos y sus aspectos específicos, así también la vejez los tiene.
Nunca como en la vejez el hombre tiene tanto vivido, un pasado que puede reconocer como propio, que encierra tan distintos momentos, tantas vivencias diferentes. Nunca como en la vejez tiene tantos puntos de referencia para re-elaborar y revisar su vida. Nunca como antes puede hacerlo en forma tan generosa y solidaria.
Ha pasado por el lugar de hijo-a, de hermano-a, de padre o de madre, de amigo-a, de tío-a, está ya en el lugar de abuelo-a. Me refiero a lugares simbólicos. No necesitamos ser padres biológicos para ejercer la función de darle al otro contención y cuidado, de enseñarle normas de convivencia, de acompañarlo en el descubrimiento de ¨lo bueno¨, de contribuir a que¨ internalice la ley¨, como dirían los psicoanalistas. Estos lugares simbólicos tienen efectos en los comportamientos, son eficaces en las relaciones. Si ejercidos, producen un descubrimiento, una satisfacción, una nueva dimensión de nuestro ser personal. Tenemos entonces algo que podríamos llamar, aunque suene rimbombante: ¨un incremento de nuestro ser personal¨. Tal vez esto pueda significar envejecer. Ya no va a prevalecer lo que hicieron con nosotros, las injusticias que otros cometieron, sino lo que yo puedo hacer al interpretar la realidad de otra manera. Entonces como decía una autobiografía de Gabriel García Marquez: ¨La vida que viviste no es la que viviste sino cómo la recuerdas para contarla¨ Y contarla, agregaría aquí, es vivirla, hacerla fructífera en las relaciones con otros.
Este incremento del ser está en estrecha relación con lo (PNIE) psico-neuro-inmuno- endocrinológico, término muy usado últimamente porque trae la posibilidad de pensar conjuntamente las mutuas influencias entre lo hormonal (endócrino), nuestro sistema de defensas (inmunológico), las redes neuronales (neurológico), la conciencia, de orden psicológico y espìritual y los comportamientos.
Si hay hoy una novedad en neurociencias es que todo nuestro ser PNIE se transforma por influencia de ciertos estímulos. Los afectos, las emociones intensas, los encuentros significativos entre las personas, producen cambios en el sistema de defensas y en la producción de hormonas y el ¨cerebro cambia¨ según sean los estímulos. Los avances tecnológicos con neuro imágenes permiten afirmar que nuevas neuronas aparecen en el cerebro aún en edades muy avanzadas. No sólo que axones y dendritas en ciertas redes neuronales se vean re-estructuradas, sino que aparecen nuevos cuerpos neuronales.
Esta afirmación es de por sí estimulante y propiciatoria ya que nos dice del potencial humano, de su capacidad transformadora. Nos plantea también la pregunta de cuáles son esos estímulos que favorecen transformaciones positivas que nos alejan de la enfermedad. ¿De qué naturaleza son? ¿Cómo puedo producirlos en mi vida? ¿Qué lugar le doy al otro para que se produzcan?
El envejecimiento poblacional va en aumento en las sociedades modernas. Es un fenómeno que trae dificultades específicas. Para abordarlas las tenemos que reconocer y aportar a su solución de manera conjunta desde distintas disciplinas. Tal vez también esté trayendo nuevas formas de pensar los problemas y de valorar la vida. Tal vez nos mueva a una salida del individualismo, a una nueva reflexión sobre nuestra condición de ¨sujetos¨, de estar necesitados del cuidado del otro, de ser ¨completados por el otro¨.. y no sólo en el inicio de la vida, sino hacia el final.
Carmen de Grado, Lic. en Psicología, Especialista y Magister en Psicogerontología, Docente en la Universidad Maimónides en la Escuela de Ciencias del Envejecimiento

No hay comentarios.:

Publicar un comentario