Jueves 14 de
enero de 2016 • 00:30 Dr.Facundo Manes
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Tan pronto como nacemos empezamos a entender y a aprender nuevas cosas.
Este proceso va moderando su intensidad a lo largo del tiempo. Por ejemplo,
sabemos que cuando se es niño es más fácil y eficaz aprender nuevos idiomas. Lo
que sucede es que el cerebro de un niño prioriza el aprendizaje por sobre la
formación de recuerdos duraderos. La flexibilidad y la capacidad para aprender
nueva información y adaptarse a nuevas experiencias de nuestros cerebros son
extremadamente valiosas para la supervivencia. Una consecuencia de esta
prevalencia sería el fenómeno conocido como "amnesia infantil".
Los bebés son capaces de procesar memorias de largo plazo e incluso de
recordar sonidos que escucharon mientras se encontraban en el vientre de sus
madres. Esto demuestra que en los primeros años de vida el sistema cerebral que
mantiene la memoria de las experiencias funciona correctamente. Sin embargo,
nos acordamos poco de esos primeros años. Todos olvidamos muchas de nuestras
experiencias tempranas y los recuerdos anteriores a los 3 ó 4 años. Hagamos la
prueba, si no, de recordar cuál es nuestro primer recuerdo.
"La creación
de memorias está basada, en parte, en la pérdida de los recuerdos viejos"
Compartilo
Este olvido se relacionaría con las transformaciones en las estructuras
cerebrales que se desarrollan en esta etapa. La creación de memorias está
basada, en parte, en la pérdida de los recuerdos viejos. El espectacular
crecimiento de las neuronas en el cerebro infantil que permite a los bebés
aprender rápidamente podría interrumpir los enlaces neuronales que codifican
ciertos tipos de memorias. Se piensa que, con el rápido crecimiento neural, las
nuevas neuronas impiden la formación o el refuerzo de recuerdos aislados. Más
adelante en el desarrollo, se enlentece el crecimiento neuronal y recién se
hace posible la fijación de las nuevas experiencias vividas. Por otra parte, la
corteza frontal del cerebro, inmadura aún, no contribuiría adecuadamente al
recuerdo de la información del contexto necesaria para la formación de la
memoria infantil.
La adquisición del lenguaje podría ser otra de las causas del olvido,
porque da lugar a una nueva representación mental del mundo que, a medida que
maduramos, se contrapone con las representaciones previas. Un estudio
científico propone que la clave de la amnesia infantil se encuentra en la posibilidad
de relatar los recuerdos. Los niños pequeños necesitan una gran estimulación
para poder describir eventos, a diferencia de los niños mayores, los jóvenes y
los adultos, quienes son capacees de producir relatos más sofisticados. Dado
que la memoria narrativa nos permite rememorar recuerdos importantes y
retenerlos por más tiempo, las memorias que no son recordadas se van haciendo
inaccesibles y son más rápidamente olvidadas. Como un cuento que se desvanece
porque nunca nadie lo contó.
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