Ser padre después de los 80: los riesgos biológicos y el vínculo con el hijo
El famoso nutricionista Alberto Cormillot anunció que espera un hijo a sus 82 años de edad. La noticia reabrió el debate acerca de los riesgos de la paternidad en la tercera edad relacionados con la biología y el vínculo emocional.
El famoso nutricionista Alberto Cormillot anunció que espera un hijo a sus 82 años de edad. La noticia reabrió el debate acerca de los riesgos de la paternidad en la tercera edad relacionados con la fertilidad, algunos trastornos y enfermedades. Por otro lado, se discuten los beneficios y desventajas del vínculo emocional.
Su esposa, Estefanía Pasquini, 48 años menor que él, confirmó la noticia con una foto en sus redes sociales. Por su parte, el nutricionista contó en Radio Mitre que:
Ser padre a los 82
Desde 1980, el índice de natalidad para mujeres mayores de 35 años ha subido casi un 60%. Mientras, el índice de natalidad para hombres mayores de 40 años ha subido casi un 30% (según la revista Reviews in Urology).
Es decir que la tendencia de las últimas décadas es atrasar la decisión de tener un hijo hacia edades más avanzadas. Dicho cambio social y cultural, ha llevado a los científicos a plantearse la pregunta acerca de la existencia de riesgos.
Comúnmente se sabe que para la mujer los peligros son mayores. De hecho, el éxito de embarazo a los 25% mientras que a los 40 cae al 5%. Los varones, por su parte, no pierden drásticamente la fertilidad.
De todas formas, también hay ciertos riesgos por parte del lado masculino y la madurez espermática.
Un estudio realizado en Suecia en 2014 demostró que papás mayores a 45 años son más propensos a tener hijos con esquizofrenia, autismo y otros trastornos de salud mental. Con todo, el riesgo absoluto era muy bajo y se situaba por debajo del 1% para ciertas condiciones.
Previamente, en 2006 se publicó una investigación en Archives of General Psychiatry que encontró que los niños de varones mayores de 40 tenían un riesgo hasta seis veces mayor de recibir un diagnóstico de autismo, en comparación con los nacidos de varones menores de 30 años.
Otros trastornos como el de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se ha vinculado a la mayor edad paterna.
No obstante, en ninguno de los casos la asociación ha demostrado ser causal y los detalles todavía son desconocidos.
Genes
La calidad espermática desmejorada de la tercera edad puede estar relacionada a otras enfermedades o problemas ligados a los genes. Tales son los casos del cáncer ocular llamado retinoblastoma, enanismo y pérdida de fertilidad de la descendencia.
Respecto a este último punto, una investigación de la Universidad de Göttingen (Alemania) analizó los datos poblacionales y biológicos de personas de tres países distintos y encontró que los hijos de padres mayores, a su vez, tienen menos hijos.
No todo es negativo al optar por tener hijos en la tercera edad. Hay una teoría, no corroborada, que asegura que los telómeros más largos del esperma maduro representan mayor longevidad para la descendencia.
El vínculo
En el debate abierto acerca de la paternidad más allá de los 80 no todo es cuestión de biología. También están involucrados los aspectos emocionales y vinculares entre padres e hijos.
Por reglas de la naturaleza, el hijo pasará menos tiempo con su padre mayor. A su vez, deberá aprender a cuidar de él a más temprana edad.
Paralelamente, es posible que con el paso del tiempo se pierda la tolerancia o la empatía generacional. Desde otra perspectiva, los años pueden representar un mejor desarrollo de la paciencia.
Finalmente, tener hijos en la tercera edad puede significar una mejor estabilidad emocional y económica, a la vez que cuenta con más tiempo para compartir.