31 de agosto de 2020

Testimonios

 

 

Relatos de cuarentena

 

Soy Mario Partnoy, de 81 años de edad, hace 55 años que convivo con mi esposa, tenemos dos hijos Santiago e Ivana ,hace 25 años que vivimos en Bs.As. Antes vivíamos en Bahía Blanca, soy de una familia de longevos, mis padres fallecieron a los 83 y 85 años, cuando la expectativa de vida era de 70 años. Y tengo a en la actualidad dos hermanos de 92 y 90 años. Puede que les sorprenda la presentación, sin embargo, es importante conocer el perfil con quien estamos interactuando porque nos está contando una historia.

Mi relato tiene dos capítulos, ambos son reales, y responden a sucesos que se mezclan, los he separado, porque se trata de vivencias  muy diferentes.

Capítulo  1)

En la vida atravesamos situaciones que son muy difíciles de explicar, sin embargo, debemos detenernos en la búsqueda de una respuesta, aunque más no sea, que nos dé algo de tranquilidad. Hago esta introducción con la intención de crear el clima. Pues bien. Aquí vamos; Fuimos sorprendidos en nuestra buena fé, para hacerla más simple, nos hicieron el cuento del tío. Nos despojaron de los ahorros de toda la vida de nuestra hija y nuestros. Para que esto ocurriera, utilizaron mi teléfono celular y el de línea simultáneamente. Hoy nos preguntamos con mi esposa. Porque ambos estuvimos involucrados: como nos introdujeron  en el laberinto, nos despojaron de nuestros mecanismos de defensa, dejamos de ser sujetos para convertirnos en objetos de una manipulación terrible, recorrimos caminos a la deriva para que los delincuentes cumplieran con su cometido. No reaccionamos. Me vienen a la memoria películas de grandes robos a bancos, los delincuentes en su planificación, ubicaban en primer lugar a las cámaras de seguridad para anularlas, porque ellas serían las que delatarían su accionar. Haciendo una analogía, a nosotros nos cortaron los cables de nuestras cámaras de seguridad, nos inhibieron todo mecanismo de defensa, nos dejaron sin el ropaje necesario para encarar nuestra defensa. Cuando se me cayo la ficha, y tomé conciencia de la gravedad de lo ocurrido, porque nuestra hija nos llamó para saber cómo estábamos, entré en una crisis tremenda que me acompañó por varios días. Hago este relato, no para victimizarme, sino todo lo contrario, verbalizar este hecho tan desgraciado es el único camino que me llevará a la sanación, debo despojarme de los fantasmas que me visitaban en mis noches de insomnio haciéndome responsable de lo ocurrido. Hoy miro hacia adelante como único mecanismo de superación. Puede que este relato le sirva a quienes han atravesado por una situación similar y encuentren una explicación a lo sucedido, si lo logro, me sentiré halagado, porque intenté demostrar cuan vulnerables somos los seres humanos.

Capítulo II

El Coronavirus nos encontró desarmados. Nunca habíamos atravesado por una situación de tanta gravedad. A las apuradas, tuvimos que proveernos de las herramientas que no hicieran más liviana la pesada carga. Las herramientas no eran seguras y eso nos generaba inseguridad, incertidumbre, y lo que es más grave aún, las dudas superaban a las certezas, eso nos hacía transitar por un camino estrecho de cornisa de una sola dirección, la ladera de la montaña y el precipicio eran nuestra única visión. Nos tuvimos que ir acostumbrando lentamente a una nueva realidad. Nuestros hábitos cotidianos cambiaron, lo primero que perdimos por el encierro fue el contacto personal con nuestro entorno. La pérdida del contacto personal cara a cara. El aislamiento, es un trago muy difícil de digerir, superamos medianamente esta primera etapa con el apoyo incondicional de nuestros seres queridos. Comenzamos haciendo camino, todo cambio genera zozobra. Somos soldados combatientes, libramos infinitas batallas, algunas ganadas otras perdidas, sin embargo, el espíritu libertario fue decisivo para no quedarnos anclados.

Somos unos privilegiados. Oh, les puede sorprender esta afirmación. Sin embargo, el haber aprendido el manejo de los medios electrónicos hizo más liviano el tránsito de esta etapa. Generalmente, los padres somos los que tratamos de guiar a nuestros hijos, en este caso, referido a Internet, él proceso fue inverso,  nuestros hijos se convirtieron en nuestros guías. Nos alentaron, nos motivaron y nos hicieron adentrar en el mundo fantástico de las redes. Humildemente nosotros también pusimos un granito de arena para que esta mezcla se consolide. El NO PUEDO o NO ME INTERESA debemos desterrarlo de nuestro vocabulario, porque nos conducen al aislamiento, perdemos la posibilidad de acceder a un mundo lleno de distintos matices. Es un arco iris el de la comunicación y debemos aprovecharlo porque eso nos hará crecer. Como simples artesanos utilizamos las redes como vínculo con el mundo exterior. Hacemos las compras en forma virtual (farmacia, alimentos y varios). Nuestra pre-paga (Hospital Italiano) ha generado un sistema de consultas virtuales, a través del mismo interactúanos  con nuestros médicos para hacer los distintos controles. Espero que la consulta virtual no se mantenga en el tiempo finalizada la epidemia porque constituye un fuerte agravio a la relación médico paciente. El zoom nos ha permitido participar de distintos talleres y conferencias dictadas por la Universidad Maimonides, (Mg.Sofía Aptekman) Amia Cultura, Comunidad Bet Hilel, Amigos de la Universidad de Tel Aviv en la  Argentina, Kehila Dr, Herzl (Lomas de Zamora), Amigos por Israel, Clases de Pilates, Ciclo” Al cinema” edición Bellas Artes (Rosario), Cidicsef etc.-etc. Durante la cuarentena indefinida festejamos por zoom el cumple de nuestro hijo Santiago y Alicia, mi esposa, cumplió 80 jóvenes años, cantamos que los cumplas feliz y brindamos. Compartimos con nuestros hijos las señales de Netflix, Prime Video ,Flow. Quiero dejar bien en claro que no estoy haciendo una versión marketinera de las distintas plataformas, lo que pretendo decir es que son alternativas que me sirvieron para que el encierro fuera más llevadero, Si se van a mantener en el tiempo una vez superada la epidemia no lo sé, lo que sí sé es que su utilización deberá ser producto del ejercicio de nuestro libre albedrío y no una imposición de las circunstancias.

El relato precedente no puede ser un patrón para evaluar y sacar conclusiones de cómo pasan los viejos el encierro, muchos regular y hasta muchos mal. Recibimos el bombardeo diario de los comunicadores que ponen el mismo énfasis en señalar el precio del dólar y el riesgo país con la cantidad de muertos o infectados del día, eso hace más insoportable la situación. Las balas están picando cerca somos vulnerables. Sin embargo, debemos tener una mirada esperanzadora, la vacuna y una terapia aparecerán en el breve plazo. A no bajar los brazos, porque la bailanta será larga.

Mario Partnoy   (e-mail partnoy@gmail.com)

CABA  Agosto 28 de 2020

5 de agosto de 2020

La pandemia no justifica EL ABANDONO

Mora Juárez, hija de Manolo Juárez, el gran pianista fallecido el pasado 25 de julio, publicó en 

Facebook una desgarradora carta abierta sobre la agonía y muerte de su padre. En ella cuenta que el músico fue internado por una afección cardíacas y que contrajo la Covid-19 en la Fundación Favaloro, donde estuvo ingresado un mes hasta su fallecimiento. 

“No fue internado por Covid-19, sino por una afección cardíaca. Permaneció en terapia intermedia por una semana, y antes de su intervención quirúrgica, le realizaron el hisopado que el protocolo exige. Este sistema tan restrictivo, el que ‘nos cuida', o el que ‘los cuida', no lo salvó de que se contagiara el virus dentro de la misma ‘fortaleza’”, se lee en un pasaje de la extensa carta. 




"Señores: una pandemia no justifica EL ABANDONO. En realidad, nada justifica tal cosa", detalló respecto del hecho de que el sistema de salud no garantizó la asistencia a una persona de 83 años. "Si no pueden ocuparse, OCUPARSE, permitan que junto al adulto mayor se interne el familiar, que conoce sus más intrínsecas necesidades. Así les prometo no serán víctimas de sus demandas", añadió, y destacó la experiencia del Hospital Rossi, en La Plata, que tiene un protocolo por el cual una persona mayor puede internarse con un acompañante. 

La hija de Juárez dio cuenta de lo que fue la internación del pianista, que duró un mes hasta el desenlace fatal. "En su última semana no pudo comunicarse con su familia por 4 días. Debido a su larga internación mi padre fue perdiendo fuerza muscular, y precisaba que lo asistieran para comer, para responder el teléfono, para tomar agua…Sin embargo, lamentablemente han sido muy pocos, allí adentro, quienes lo han asistido en sus necesidades". La situación la resumió así: "La pandemia no justifica EL ABANDONO. A mí papá, lo fueron matando de a poco. Paradójico". Y resaltó que "a mí papá lo mató un sistema perverso", después de un mes en el que hubo días en los que la familia ni siquiera pudo verlo. 

Mora Juárez cerró su carta, en la que expresó que la muerte fue por problemas cardíacos (el músico fue operado del corazón en su internación) y no por coronavirus, asegurando que "murió por un sistema que lo apagó, lo devastó y lo abandonó" y que  "una pandemia NO justifica el ABANDONO".




3 de agosto de 2020

Ser vieja en la Argentina

Ser vieja en Argentina: grupos de riesgo desde antes de la pandemia

La cuarentena evidenció la situación que atraviesan las personas mayores en Argentina, donde las mujeres son las más afectadas. ¿A qué se debe? ¿por qué se invisibiliza este tema? ¿qué estereotipos se profundizaron? ¿qué pasa con las adultas LGBTQI+?

Por: Micaela Robles
23 de Julio de 2020
Filo News

as personas mayores de 60 años constituyen uno de los sectores más vulnerables frente al avance de la pandemia. Según advirtieron diferentes especialistas, está relacionado con el sistema inmunitario y las defensas de la tercera edad.

En este sentido, las mujeres se encuentran en un doble grupo de riesgo: frente al coronavirus y a la violencia machista. Según indicó el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, que coordina la asociación La Casa del Encuentro, se registraron al menos once femicidios de mujeres mayores de 60 años entre el 20 de marzo y el 11 de junio.

¿Cuál es la situación que atraviesan las adultas mayores en cuarentena? ¿qué pasa con jubiladas lesbianas, trans, travestis? ¿qué estereotipos se reproducen y qué es la gerontofobia? ¿cómo se combina el movimiento feminista con la tercera edad?

Para responder esas preguntas, Filo.News dialogó con Isolina Dabove, investigadora del Conicet y abogada especialista en derecho de la vejez; Carolina Iglesias, psicogerontóloga, profesora y fundadora de “Senes Personas Mayores”; y con Graciela Balestra, psicóloga y creadora del primer centro de jubilados LGBTQI+ de Argentina.

Violencia de género en adultas mayores: un tema invisibilizado

Delia Sánchez (80) fue asesinada por su pareja, Diógenes de Jesús Aguilera (83), quien después se suicidó. Dominga Rosa de Romero de Sandoval (69) fue asesinada en Santa Fe, y por el crimen detuvieron a uno de sus hijos, de 32 años. Mientras tanto, a María Leonor Giné (70) la mataron en Salta, y la policía detuvo a su nieto y a un amigo.

Desde el inicio de la cuarentena crecieron los casos de violencia de género. Según indicó la línea 144, que trabaja en el asesoramiento, acompañamiento y contención contra violencia machista, como también en áreas de salud, orientación jurídica, servicios sociales y más, los llamados aumentaron un 48% con respecto al mismo período del año pasado, con un total de 19.722 denuncias en la Ciudad De Buenos Aires.

“El aislamiento preventivo y obligatorio puso en evidencia que no siempre la casa es el lugar más seguro para nosotras. Según estadísticas más de la mitad de los femicidios se consuman en el hogar de la mujer víctima, entonces cuando la situación sanitaria te obliga a convivir con el agresor las 24hs y te aísla de alguna manera de tus redes comunitarias cotidianas, las probabilidades de violencia Doméstica y cualquier otro tipo de violencia aumentan significativamente”, señalaron a este medio fuentes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.

¿Qué pasa con las adultas mayores? “Durante la cuarentena, recibimos 150 llamados a la línea 144 por mujeres mayores de 60 años, lo que representa en ese período un 5% del total”, indicaron y siguieron: “Las mujeres, por el sólo hecho de ser mujeres, pueden vivir diferentes situaciones de violencia en sus hogares, ya sea física, psicológica, sexual; económica y patrimonial, o de abandono. En el contexto de violencia hacia las mujeres mayores, se observa que el principal perpetrador son los hijos, en mayor proporción varones de mediana edad, desocupados, con antecedentes de violencia y que conviven con la adulta mayor”, agregaron.

Además, señalaron que hubo un incremento en el porcentaje de casos de “maltrato estructural”, que representa la falta de recursos para que las personas mayores puedan solventar los gastos de sus necesidades básicas como salud, alimentación, vivienda, medicamentos, entre otros. “Cuando no cuentan con esos recursos, pueden haber entonces hechos de violencia psicológica y económica”, resaltaron.

En este sentido, alertó que “muchas mujeres adultas no identifican la violencia como tal”: “Todavía vemos conductas y creencias donde la mujer debe complacer y minimizarse frente al hombre, siguen muy arraigadas. En muchos casos se da una fuerte violencia económica, psicológica y simbólica que no dan cuenta hasta después de mucho tiempo trabajado el tema”. De todas formas, destacó que en los últimos años “fueron aumentando las denuncias efectuadas por las mismas mujeres mayores”: “Antes quienes más presentaban denuncias eran terceros, como familiares protectores, personas del entorno social, vecinos. Vemos que se animan y que se sienten acompañadas durante el proceso”.

En general, explicaron que los factores que aumentan el miedo a denunciar están vinculados a la institucionalización, al aumento de la violencia, a las concepciones idealizadas acerca de la familia. De esta manera, existe una adhesión a los estereotipos de género femeninos y masculinos tradicionales como la “culpabilidad, la obediencia y la vergüenza de su rol de madre”.

Así, la familia cumple un rol fundamental ya que representa el “primer vínculo de contención”: “Cuando la violencia es perpetrada por la pareja de la mujer adulta, nos encontramos con situaciones de negación por parte de los hijos, quienes naturalizan o minimizan la problemática a través de justificaciones tales como ‘toda la vida vivieron así, no se van a separar ahora’, ‘mi padre siempre tuvo ese carácter, ya no va a cambiar’ o justificar la violencia con manifestaciones que ubican a la madre como la culpable o provocadora de la violencia. En casos de personas mayores que se encuentran en situación de vulnerabilidad por su situación de salud, tiene hijos y viven solos, pero requieren de asistencia, se ha articulado con otros familiares para que comiencen a hacerse responsables de los cuidados y asistencia que requiere la mujer mayor. El 80% de estas cargas son en general familiares mujeres”, indicaron.

Además de la línea 144, desde Dirección de la Mujer junto a 15 Centros Integrales de la Mujer en la Ciudad presentaron el programa “Lazos”, un servicio de contención, orientación y asistencia psicológica para mujeres que sufren violencia física o emocional de parte de sus hijos o hijas mayores de 14 años, sin importar si conviven con ella o no. A su vez, la Secretaria de Adultos Mayores cuenta con un 0800 que corresponde al “Programa Proteger”, un equipo interdisciplinario, que ofrece asistencia y acompañamiento a los adultos mayores víctimas de distintos tipos de violencia.

La violencia de género que se registra en la tercera edad es invisibilizada en la cultura, no solo de Argentina sino del mundo. Así lo afirmó la investigadora del Conicet y abogada especialista en derecho de la vejez, Isolina Dabove, quien explicó que se debe a una falta de reconocimiento del tema. “Hay que hacer un arduo trabajo de concientización social, pensar este fenómeno y diseñar estrategias de prevención y erradicación, que suelen estar focalizadas en la protección de niñas, jóvenes y mujeres en edad reproductiva. Lamentablemente es mucho lo que debemos recorrer”, señaló.

Justamente, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema informó que en 2019 crecieron un 17% las denuncias por violencia y maltrato a personas mayores y que ocho de cada diez víctimas fueron mujeres. “Empiezan a hacerse visibles estos casos, y así los podemos registrar para la toma de decisiones políticas, judiciales y educativas”, consideró Davobe, y coincide en que las mujeres mayores sufren también diferentes tipos de violencias desde antes de la cuarentena.

¿Por qué hablamos de desigualdad de género en la vejez?

No existe una sola forma de vivir la vejez, pero sí diferentes estereotipos que sufren las personas mayores. Según la profesional, estas prácticas que aluden a la discriminación por la edad es lo que se denomina “viejismo”, que forma parte de una “cultura del desprecio” y “gerontofóbica”. “Existe un desconocimiento generalizado en torno a lo que significa la vejez y a las condiciones de vida de las personas mayores”, alerta Dabove.

De hecho, el término “vieja” o “viejo” incluye una carga negativa a nivel social y cultural. Aproximadamente, para 2050 una de cada seis personas tendrá 65 años o más. Así lo indicó el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), como parte de un fenómeno que responde a un envejecimiento global y multigeneracional que se define como «gerontoglobalización», según explica Davobe. Sin embargo, la palabra se sigue utilizando de manera despectiva.

Este fue uno de los temas del debate del Primer Congreso para Viejos del Centro del País, que se realizó en 2013 por el Espacio Arturo Illia en Córdoba. “El término arrastra una carga negativa que devino en el miedo a envejecer en una sociedad globalizada que rinde culto a las formas y la juventud. Actualmente, condicionados por el envejecimiento multigeneracional de la población, los nuevos paradigmas gerontológicos buscan romper con ese tinte peyorativo y reivindicar esa etapa de la vida”, señalaron.

Para ellxs, la vejez no es motivo para avergonzarse, y su designación tampoco debe serlo. “Ser viejo es disfrutar las ventajas de esa nueva etapa de la vida y valorar las oportunidades que brinda. Después de todo, a nadie se le puede negar el derecho a peinar canas”.

Davobe coincide y propone resignificar el término y adoptar la lucha en el propio discurso: “No tiene porque estar prohibido, sino pensarlo con otro significado. ¿Por qué no hablar del orgullo de ser vieja?”.

La vejez es un fenómeno femenino. Así, según la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores 2012 (ENCaViAM) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) junto al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la esperanza de vida de las mujeres es de siete años más que los varones; además, el 10,2% de la población de Argentina tiene 65 años o más, donde ellas representan el 58,53% y ellos el 41,46%.

Este proceso de envejecimiento, sin embargo, se desarrolla mediante relaciones sociales y de poder marcadas por la desigualdad de género: “Las mujeres sufren situaciones de discriminación múltiples, que tiene que ver con las cuestiones culturales que arrastramos del sistema patriarcal”, detalla la profesional.

Estas construcciones culturales e históricas imponen ideales y mandatos patriarcales que se instalan en el imaginario colectivo. Así, al hablar de mujeres mayores se las considera como “abuelas”, asumiendo a la mujer en el rol como madre, ligada a la idea de hogar y asumida a partir del rol de cuidadora. “Como muchas, están acostumbradas a la vida del hogar y a las tareas no remuneradas”, cuenta.

En este punto, Iglesias indica: “Al hablar de persona mayor uno ya supone que esa mujer tuvo hijos, y es un modo de invisibilizar y acaparar también nuestros cuerpos, no poder ver a las mujeres como personas. Se podría hacer un paralelismo con la mujer igual madre”. Dabove coincide: “La cultura vuelve la mirada al rol de la maternidad, y en la vejez se hace más visible la dimensión de la abuelidad. Entonces las mujeres mayores son representadas en el imaginario colectivo como estas abuelitas, con rodete blanco, que tienen que tejer escarpines para sus nietos”.

Entre los principales estereotipos a los que se enfrentan las mujeres a la tercera edad, se encuentra el de la belleza hegemónica y el modelo “juvenil” que rige como el único válido: “Hay que tener un determinado aspecto, en relación al cabello, físico, a la armonía corporal, de la cual las mujeres mayores están alejadas; entonces, se genera una asociación falsa e indebida entre mujeres, vejez, fealdad”.

Según opina, estas estigmatizaciones se transmiten a través de las diferentes instituciones sociales y culturales, como los medios de comunicación: “En las campañas publicitarias se denigra y se maltrata los envejecimientos. En los noticieros se les pone un adjetivo a las mujeres, viejas, bonitas, arrugadas, se objetiviza la identidad propia de cada persona”.

Esto se relaciona con un sistema heteronormativo que impide pensar a las mujeres “desde lo afectivo y como sujetos deseantes”, por lo cual entiende que “no se habla de sexualidad y personas mayores”, que es difícil de asumir incluso para ellas mismas. Así lo cuenta Iglesias, quien brinda talleres de Educación Sexual Integral (ESI) para mujeres mayores con el fin de romper el tabú y “demostrar la diversidad de vejeces”.

¿Qué pasa con las adultas mayores LGBTQI+?

La cuarentena expuso la invisibilización y exclusión que enfrentan las comunidades LGBTQI+ en Argentina. En el caso de las personas mayores, además de las diferentes discriminaciones que enfrentan por la edad, también se ven vulnerados sus derechos e identidad de género.

Así lo reconoce Graciela Balestra, psicóloga e integrante de La Casa del Orgullo, donde junto a diferentes compañeras crearon la Asociación Civil Puerta Abierta a la Diversidad, el primer centro de jubilados LGBTQI+ de la Argentina. Desde la organización trabajaron activamente para la implementación de políticas como la Ley de Identidad de Género o la Ley de Matrimonio Igualitario, que cumplió 10 años el pasado 15 de julio. Debido a la cuarentena, en la actualidad se adaptaron a la modalidad virtual para el desarrollo de sus actividades, donde Balestra realiza talleres por Zoom, charlas por Instagram y actividades de acompañamiento.

“A veces los familiares de las personas mayores no saben que son lesbianas, gays. Hay mucha homofobia, y estuvieron muchos años en silencio. Cuando eran chicos no se hablaba de esto: era una sola opción heterosexual y cisgénero, si te sentías distinto te tenías que callar. Hay personas que vienen a los 70 años y me dicen ‘es la primera vez en la vida que le cuento a alguien que soy lesbiana’. Entre el silencio y esa duda constante de poder decirlo o no, es bastante difícil”, relata Balestra.

Así, para la psicóloga es “bastante poca” la visibilidad de los adultos mayores y diversidad en el país: “Les que vienen acá son más visibles, porque estamos todo el año hablando de eso, de empoderarse, vivir, ser quien sos, tienen más recursos. Pero la mayoría están invisibilizados. En los centros de jubilados todavía se discrimina un montón, hay mucho trabajo para hacer”, evalúa.

Por esa razón es importante crear redes de apoyo y vínculos para cambiar esta realidad de manera colectiva. Según cuenta, planean abrir el primer geriátrico gay del país y de América Latina, los cuales en Europa ya existen desde hace más de una década. Será en General Rodríguez, y Balestra lo define como una “comunidad”. Además, proyectaron la creación de un centro de jubilados para personas no binarias.

De todas formas, no es lo mismo hablar de mujeres cis que de adultas mayores trans y travestis, quienes son sobrevivientes ya que deben enfrentar la violencia, agresión y exclusión sistemática, ya sea en el ámbito laboral, en los medios, a nivel institucional o en el acceso a medicamentos, con la de vida en América Latina para la comunidad es de 35 años. ¿Qué visibilización tiene este problema en los feminismos?

Gerofeminismo y la búsqueda de igualdad en la vejez

Por todas estas razones, la cuarentena dejó en claro la necesidad de pensar las vejeces bajo perspectiva de género, lo cual según considera Dabove, todavía “no representan un tema central en la agenda de los debates feministas”.

“La deconstrucción de estereotipos es fundamental, hay que hacer un trabajo muy fino que va desde el humor y los chistes, las mujeres adultas en el poder y más. Creo que hace falta una geronto militancia, como decimos nosotros, dentro de los feminismos”, indica.

En esa rama trabaja el “gerofeminismo”, que propone defender los derechos de las mujeres y diversidades en la vejez. Para eso, en plena pandemia, diferentes activistas y organizaciones de todo Latinoamérica crearon un manifiesto para difundir la lucha y apostar por la deconstrucción de estereotipos.

“Un feminismo con tintes gerontológicos que visibilice las demandas y necesidades particulares de las mujeres mayores, unido a un componente intergeneracional y transdisciplinario que invite a reflexionar, a su vez, acerca de nuestras mismas vejeces futuras”, detallan.

En este sentido, Dabove considera necesario concientizar acerca del valor de las personas mayores como sujetos de derecho, reforzando el papel de la autonomía de las mujeres, sus libertades, derechos y deberes: “Yo confío en que las generaciones nuevas de adultas mayores podamos sostener esta lucha. Estoy convencida de que va a haber un cambio, que ya empieza a registrarse pero que lamentablemente muchas mujeres mayores de hoy no han podido sostener por la historia de vida en el marco de una cultura patriarcal. Pero poco a poco esto esta cambiando”.

Este es el panorama que aspiran a seguir trabajando en la “nueva normalidad”, de cara a la post-pandemia, asumiendo a las vejeces desde una perspectiva plural, feminista, transfeminista, interseccional con el fin de transformar la cultura viejista, gerontofóbica, del desprecio en una revalorización de la vejez, del respeto de la diversidad que implica ser una persona mayor, hacia la construcción de una sociedad incluyente para todas las edades y géneros.

https://www.filo.news/Ser-vieja-en-Argentina-grupos-de-riesgo-desde-antes-de-la-pandemia-l202007230002.html

La imagen de los mayores en los medios


La imagen de los mayores en los medios es «peyorativa, paternalista o sensacionalista», según un estudio

La prensa y las revistas son los medios que hacen un tratamiento más adecuado de la información relativa a los más mayores

abc.es
1.7.2020

Infrarrepresentados, mal presentados o estereotipados. La presencia de las personas mayores en los medios de comunicación es baja en relación a su peso en la sociedad y no está ajustada a su realidad. Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado entre periodistas españoles especializados, publicado la revista científica internacional ‘El Profesional de la Información’.

El 91% de los periodistas consultados considera que los mayores no están suficientemente presentes en los medios en relación con su creciente posición económica y peso demográfico. Para el 85%, su imagen mediática no es ajustada a su realidad, y el 82% la ve peyorativa, paternalista o sensacionalista.

El proyecto es del profesor Hugo Aznar Gómez, director del Observatorio de Gobernanza, Transparencia y RSC de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, y Amparo Suay Madrid, doctora en Comunicación por esta universidad y docente en la Universidad Internacional de Valencia (VIU), informa la CEU UCH en un comunicado.

En concreto, el 59,7% de los periodistas cree que la información sobre los mayores no es completa, el 55,2% la ve alejada de sus preocupaciones y el 52,2% considera que no es suficientemente variada. Hasta el 70,1% piensa que las noticias relacionadas con estas personas requieren más cuidado con los estereotipos que otro tipo de informaciones. Para ellos, los medios no muestran el papel activo que tienen las personas mayores en la sociedad.

La prensa y las revistas son los medios que hacen el tratamiento más adecuado de la temática de los mayores, con el apoyo del 37,3% de los periodistas consultados. Le siguen la radio (34,3%) y los medios digitales (22,4%) y a televisión (6%).

Solo para el 7,5%, el número de programas o medios especializados en temática de mayores es suficiente, aunque más de la mitad de los periodistas (55%) cree que la imagen de los mayores que se proyecta desde los medios esta cambiando a medida que aumenta su número.

«Una democracia deliberativa debe caracterizarse por el principio de justicia de participación de todos los afectados en los asuntos de su interés. En muchos ámbitos de la comunicación social, los afectados por la información o los contenidos de los medios no son debidamente tenidos en cuenta, lo que hace que su tratamiento no sea correcto o sea incompleto. Y esto es especialmente grave en el caso de que estos afectados estén además en una condición de infrarrepresentación y, por tanto, vulnerabilidad mediática, como sucede con las personas mayores», expone el profesor.

La docente también destaca la falta de estudios que analicen el tratamiento de la información relativa a los mayores en los medios, aunque todos los realizados coinciden en que aparecen infravalorados, tanto en soportes escritos como audiovisuales. Una publicación previa, como parte de su tesis sobre la presencia y temas referentes a la vejez y al envejecimiento en la radio, dirigida por los profesores de la CEU UCH Hugo Aznar y Àngels Álvarez, reflejaba ya una presencia del 4,6% de la temática referente a envejecimiento cuando el porcentaje de población mayor era del 18,2%.

Mecanismos éticos

Ante esta situación, el 94% de los profesionales consultados consideran necesarias recomendaciones éticas para informar mejor sobre personas mayores. La respuesta es prácticamente unánime, lo que refleja una creciente receptividad por parte de los periodistas especializados hacia este tipo de contribuciones. El 53,7% también apuesta por un mecanismo como la figura del ‘ombudsman’ o defensor del receptor, específico para los temas relativos a los mayores.

La conclusión es que una participación más activa de los mayores en los medios para que puedan aportar sus puntos de vista en los temas que les atañen permitiría contribuir desde la comunicación social al nuevo paradigma del envejecimiento activo.

«En una sociedad donde la proporción de población mayor va a seguir creciendo, esta tarea se convierte en un reto fundamental e inaplazable», advierten los autores. Su trabajo se enmarca en el proyecto ‘Puente I+D+i’ del CEU-Banco Santander 2019-2020, titulado ‘Autorregulación de la comunicación’.

https://www.abc.es/familia/mayores/abci-imagen-mayores-medios-peyorativa-paternalista-o-sensacionalista-segun-estudio-202006300215_noticia.html

26 de Julio DIA DEL ABUELO


“Día del abuelo”: cuál es la visión de los adultos mayores dentro del debate de la pandemia

La población más longeva es la que está más expuesta ante el coronavirus y los gobiernos despliegan múltiples medidas para resguardarla. ¿Qué perciben cuando los funcionarios se refieren a la tercera edad?
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Por Juan Piscetta
Infobae.com
26.7.2020

El 26 de julio, la tradición católica conmemora el “Día del Abuelo” por San Joaquín y Santa Ana, los padres de la virgen María y, por lo tanto, familiares directos de Jesús. El dato es anecdótico. No es el único día, ni en el país ni en el mundo, que está dedicado a festejar este tipo tipo de vínculos familiares.

Los abuelos volverán a ser nombrados hoy no solo como parte de la fecha célebre, sino también como eje del debate sanitario sobre la pandemia. Partiendo desde el presidente Alberto Fernández y pasando por los gobernadores y funcionarios de todo tipo de color político y jurisdicción desde marzo se han referido a los “abuelos” como los principales destinatarios de las medidas de prevención contra el coronavirus.

Sin embargo, no son pocos los adultos mayores a los que les molesta ser llamados de esa manera.

“Salvo que a la persona a la que le digas abuelo o abuela sea familiar tuya, no se puede encasillar, aunque una persona que viva con plenitud ese rol. Identificar a la persona mayor con la palabra abuelo es despojarlo de los roles públicos y recluirlo a su vida privada. Sería olvidarse que todas las personas mayores tienen recorridos e identidades que lo constituyeron en su trayectoria vital, que suelen ser muy ricas”, señaló a Infobae Gabriela Pisano di Filippo, socióloga (UBA) especializada en salud, envejecimiento y gerontología, y cofundadora del espacio Trayectorias-Gerontología.

La pandemia arrojó a los ancianos a una situación inédita. Según el consenso médico actual, la mayoría de las muertes se producen en la franja etaria superior porque el envejecimiento opera como un factor de riesgo. En Europa, la longevidad mostró su cara más dramática, con decenas de miles de muertos ante el colapso sanitario. Los efectos más devastadores ocurrieron en los geriátricos y centros de jubilados, y Argentina no fue la excepción.

La información disponible indica que, en los adultos mayores, hay una mayor incidencia de desenlaces fatales de COVID-19. A nivel nacional, el promedio de las muertes se ubica a los 74 años. La interventora del PAMI, Luana Volnovich, aseguró este sábado que de los 5 millones de afiliados que tiene la obra social, apenas unos 10.000 sufrieron contagios.

Para Pisano, se desconoce si la letalidad está vinculada directamente a la edad avanzada o a las enfermedades prevalentes, que suelen aumentar a medida que pasan los años. Según el último reporte del Ministerio de Salud de la Nación, la diabetes y la insuficiencia cardíaca fueron los factores de riesgo asociados que se presentaron con mayor frecuencia en los casos severos detectados. Ante la consulta de Infobae, la cartera de Ginés González García no tiene relevada a nivel país la cantidad de contagios que se producen, por ejemplo, en los geriátricos.

“No todas las personas tienen el mismo proceso de envejecimiento. Hay una mirada de la pandemia que repite los prejuicios y homogeneiza a la vejez, en vez de considerarla como un todo”, apuntó la socióloga. “Esto genera mucho miedo cuando una persona mayor se enferma de COVID-19, es casi una sentencia de muerte sin mediaciones”.

En Argentina, los adultos mayores no respondieron con pasividad al aislamiento obligatorio. Un sector considerable reaccionó con rechazo en abril pasado a los permisos que intentó implementar el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que establecía requisitos restrictivos para circular. El anuncio fue un síntoma de una percepción extendida sobre los ancianos, que va más allá del contexto crítico actual.

“Lo más llamativo es que nadie les preguntó como quieren que los traten en este contexto. En general, las personas mayores no tienen voz, nunca son escuchados. Está muy presente esta idea de que hay que cuidar a las personas mayores -y está bien ser solidario con ellas-, pero que las infantiliza. Está este dicho muy arraigado que ‘son como niños, pero grandes’. Lo que muestra es que no se los considera con autonomía”, advirtió di Filippo.

Permanecer en actividad en pandemia

Lito Grisafi es coordinador de “El Laberinto de Chas”, un centro de jubilados reconvertido en un ámbito de encuentro social en el barrio porteño de Parque Chas. El local está ubicado Victorica 2642, en la compleja zona dominada por las calles circulares. Fue creado hace cinco años como una instancia en la que “los viejos” se vinculen con su entorno vecinal.

“Siempre quisimos definirlo como un lugar integrado, no solo como un centro de jubilados. Acá están los adultos mayores, los no tanto y sus nietos. No queríamos que sea un ‘depósito’ de adultos mayores donde se sienten a jugar a la canasta, que tampoco está mal, sino un lugar dónde puedan hacer actividades y estar con la comunidad, y seguir estudiando y colaborando”, comentó Grisafi.

En “El Laberinto de Chas” asisten aproximadamente 150 entre jubilados y personas de avanzada edad. Allí realizan iniciativas de distinta índole: sociales, recreativas, culturales y educativas. Se enseñan y practican clases de idiomas, de yoga, artes plásticas y folclore, entre otras iniciativas.

Desde el pasado 15 de marzo, cuando se declaró la cuarentena obligatoria, el local se mantuvo en una intensa actividad. Sus miembros y red de colaboradores fueron testigos de cómo los jubilados se fueron adaptando a la nueva realidad y se convirtieron en partícipes activos de la transición.

“Muchos vecinos y vecinas tenían ganas de ayudar a nuestros jubilados, en hacerles compras y llamarlos si están bien. El centro recibe donaciones como lanas, y ellos se ponen a tejer. En los grupos de WhatsApp se están haciendo un lío bárbaro con esto de ponerse el nombre”, bromea Grisafi.

Las problemáticas más urgentes

Históricamente, los “abuelos” y adultos mayores padecen una economía restringida en sus ingresos. En marzo, los beneficiarios que cobraban el haber mínimo jubilatorio eran 2.710.338 personas, un 46,8% por ciento del universo de jubilados y pensionados. Aquellos que cobraban por debajo del haber mínimo eran 180.436. Es decir, la mitad de los jubilados cobraba $20.000 o una cifra inferior.

Los bajos ingresos impactan en la alimentación, el acceso a servicios básicos, salud y educación, entre otros aspectos. Según el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 55,7% de los adultos mayores más pobres tiene al menos una carencia.

“La mayor problemática es económica. Claramente en las jubilaciones hay un universo muy grande que tiene una jubilación mínima. Es una problemática que viene de años, y está en muchos países. Ya Simone de Beauvoir decía en su libro ‘La Vejez’ que ser viejo es ser condenado a la pobreza”, subrayó Di Filippo.

Lo cierto es que las carencias no impiden las muestras de solidaridad en ninguna edad, y tampoco en la vejez. “El adulto mayor te llama todo el tiempo para ver cómo puede colaborar. Una abuela, Marta Forni, se enteró que estábamos ayudando a comedores comunitarios. Esa vecina siempre nos deja la plata para que compremos una caja de mercadería en el almacén, para que luego la donemos. Aún sabiendo que no le sobra un peso, este tipo de cosas hace que lluevan colaboraciones”, señaló el coordinador Grisafi.

El segundo gran desafío es la salud. En las personas de 60 años o más, el déficit en el acceso a la salud llega hasta el 34,2% en el segmento más empobrecido, de acuerdo al citado estudio de la UCA publicado en 2018 titulado como “Condiciones de vida de las personas mayores. Acceso y desigualdad en el ejercicio de derechos (2010-2017)”.

Los procesos de envejecimiento son cambiantes, y son diferentes no solo en lo personal, sino de acuerdo a la clase social, la trayectoria de vida o la región en la que se viva. No es es adecuado homogeneizar un colectivo heterogéneo. Para el médico italiano Umberto Veronesi, autor del ensayo Longevidad (Adriana Hidalgo), hay parte de retórica y subestimación en los discursos sobre la vejez. El envejecimiento es una etapa, sostiene, que no tiene un valor en sí mismo, pero que se despliega como un momento en el que “pueden conservarse pasiones, intereses y hábitos de la madurez con una visión más equilibrada del pasado”.

En el siglo XXI, la valoración positiva hacia la vejez de la antigüedad quedó en el pasado. El fenómeno está vinculado a la lenta desaparición de la figura patriarcal en la familia, junto a la pérdida de gravitación de la “sabiduría” ante las formas modernas de acceso a la información.

“Nuestro modelo y nuestros prejuicios de la vejez están vinculados a la salud como “ausencia de”. Se dejan de lado en los adultos mayores temas como los deseos, los anhelos, el erotismo y la sexualidad”, afirmó Di Filippo. Por eso, ser “abuelo” o no es uno de los tantos vínculos posibles en la tercera edad. “La apreciación no ha sido siempre la misma. Ahora ahora hay muchas personas mayores que creen que es apenas un rol más, ya que eligen el tiempo de otra manera. Creo que la pandemia va a imprimir una forma de envejecer sobre la que todavía no tenemos herramientas para analizarlo”, concluyó la socióloga.

https://www.infobae.com/sociedad/2020/07/26/dia-del-abuelo-cual-es-la-vision-de-los-adultos-mayores-dentro-del-debate-de-la-pandemia/

Gerontofobia y edadismo

Gerontofobia y edadismo “Ya no tenés edad para eso”: cuando la vejez parece un delito

Las problemáticas alrededor de la gerontofobia y del edadismo se advierten fácilmente en numerosas situaciones. Pero, ¿qué diferencia hay entre ambas?

Guadalupe Rivero
26/07/2020
Clarín.com

“Esa vieja”, “ese viejo”, “mayores de ‘X’ cantidad de años abstenerse”, “ya no está para esa ropa”, “la irreconocible imagen de” alguna celebridad… Éstas y muchas otras frases se escuchan y hasta se advierten en medios de comunicación cuando una persona comienza a envejecer o, simplemente, deja de reflejar la imposible imagen de la eterna juventud. Si bien respetar a los adultos mayores​ siempre se impuso como una regla impuesta tanto desde el hogar como desde la sociedad, está claro que en la práctica es más compleja de lo que parece.

Las problemáticas alrededor de la gerontofobia y del edadismo se advierten fácilmente en numerosas situaciones. Pero, ¿qué diferencia hay entre ambas? “La gerontofobia se define como un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la presencia de un temor excesivo, irracional y persistente hacia los adultos mayores y/o a envejecer”, aseguró a Clarín la doctora Carolina Kralj, médica psiquiatra y MSc en Gerontología King’s College London.

Sin embargo, la especialista aclaró que “ese miedo y aversión a envejecer no se limita exclusivamente a un problema médico”, sino que “está directamente asociado a nuestro concepto social de vejez. Una construcción social donde su protagonista, ‘el viejo’, está ineludiblemente emparentado a la enfermedad, la discapacidad, la vulnerabilidad y la fragilidad. Un concepto social donde la vejez es entendida casi como un estado irrefutable e irreversible de declive existencial donde la persona, llegada a cierta edad cronológica, pareciera de golpe despojarse de su valor humano para transformarse en una ‘carga’ para la sociedad”. “Esta visión estereotipada y negativa de los adultos mayores tiene un nombre: edadismo”, sentenció.

Tal es su presencia en la sociedad actual que, junto con el sexismo y el racismo, el edadismo es el tercer tipo de discriminación más frecuente, mencionó la médica que es parte del plantel profesional de CNWL Brent Memory Service en Londres y que colabora con el Centro Integral de Salud Mental Argentina (CISMA). En ese sentido, Kralj destacó que cualquiera está o estará expuesto a esta problemática mientras se siga fomentando que “la juventud es bella e idolatrada y la tercera edad es improductiva y prescindible”.

La mujer, más desfavorecida
Como en todos los ámbitos de la vida, es la mujer quien sufre esto aún más al llegar a esta etapa. El trabajo, el hogar, la familia y, los siempre presentes roles de género, también hacen su parte. “En el ámbito laboral a nivel mundial, por ejemplo, continúan observándose desigualdades de pago y menores oportunidades de ascenso para la mujer a lo largo de su carrera profesional. Esto, sumado a la tendencia preestablecida de ocupar un rol social de cuidadora (de padres, de suegros, de hijos, etc.) acompañado de la falta de políticas que faciliten una inserción profesional y laboral acorde a la multiplicidad de tareas, conlleva consecuencias innegables”, afirmó la especialista.

A la hora de la vejez, entonces “la desventaja económica, incluyendo la pobreza, tiende a ser una amenaza más frecuente en la tercera edad de la mujer, consecuente a una desigualdad económica sostenida durante los años, menor acceso a jubilación y servicios, que suele afectar más a aquellas separadas, viudas o solteras”.

Entre ellos y ellas las diferencias parecen acentuarse a lo largo de los años. En palabras de la psiquiatra, “la sociedad pareciera tener una doble moral respecto a la edad y al género, donde el hombre que envejece es visto como distinguido e interesante, mientras la mujer simplemente envejece. Esta diferencia tiene un impacto significativo en términos de discriminación a nivel laboral que, aunque ilegal, es siempre muy difícil de comprobar”.

El origen de los estereotipos
Andador, bastón, canas, arrugas, fragilidad… Los estereotipos abundan. Según la médica, “nuestro prejuicio nace de nuestra imagen social del adulto mayor; estereotipo intrínseco aprendido desde nuestra infancia, de las imágenes que vemos en los libros, en las películas, en la televisión, en los chistes y hasta en las tarjetas de cumpleaños. Nuestro prejuicio parte del lenguaje que usamos, de términos cargados de connotaciones negativas como ‘viejo’ o ‘anciano’”.

En ese sentido, Kralj mencionó que estos prejuicios no son exclusivos de la gente más joven, sino que incluso los adultos mayores los tienen y “utilizan la edad para justificar cosas que les pasan”.

Cómo combatir el edadismo
“Con una población mayor que crece velozmente, el compromiso de encontrar formas de inclusión social se vuelve imperativo. En este marco, es necesario que los Estados actúen con urgencia otorgándole a la tercera edad un lugar central en sus políticas, a fin de asegurarnos un mejor futuro para todos”, sentenció la especialista en gerontología en relación a la promoción del envejecimiento saludable. A su vez, la médica resaltó que la responsabilidad de terminar con la discriminación por edad no es sólo de los Estados sino de toda la sociedad.

“Mientras como sociedad continuemos utilizando frases tales como ‘ya no tenés edad para estas cosas’; mientras continuemos pensando que enamorarse a los 80 es una pérdida de tiempo; o que no son capaces de aprender a usar la tecnología; que su opinión es menos valida por tener un estilo de vida diferente; que podemos tomar decisiones que los afectan sin consultarles o que tenemos el derecho a hablar de ellos como si no estuvieran presentes, seguiremos teniendo una cuenta pendiente”, concluyó la psiquiatra radicada en Londres.

https://www.clarin.com/genero/gerontofobia-edadismo-vejez-discriminacion-tercera-edad_0_5u9Ad6meP.html