Cuando aparece la enfermedad de Alzheimer en la familia, es común que un familiar cercano sea el que se responsabilice de gran parte de los cuidados, siendo diversos los motivos de este tipo de organización familiar (proximidad, convivencia en la misma unidad familiar, mayor posibilidad o conocimientos de cuidar, vínculo afectivo con la persona, expectativas familiares de que asume el rol de cuidador principal…).

Desde hace años emerge el concepto de Codependencia en la Demencia, fruto del estudio de personas cuidadoras en las que se observan unos determinados comportamientos y respuestas emocionales ante el cuidado de una persona con una dependencia.

Una de las principales premisas, en las personas que cuidan a alguien con una enfermedad crónica como es la demencia y que establecen con éste/a una relación codependiente, es la dificultad que presentan para mantener un equilibrio entre el cuidado de su familiar y su propio autocuidado. Con frecuencia se prioriza el cuidado del otro, anteponiendo sus propias necesidades. Este tipo de vínculo, con el tiempo, hace que el desequilibrio se traduzca en malestar del que cuida y que pueda comportarle problemas de salud, tanto a nivel físico como psicológico.

Es cotidiano escuchar frases como: “no le puedo dejar ni un instante, me siento mal si lo dejo solo, sé que va a estar mal sin mi… yo no puedo pensar que otra persona lo hace por mí, pudiendo hacérselo yo… no es lo mismo, si se lo hago yo… me necesita 24 horas, depende solo de mí”.

Según definió Beattie en 1987, “ La persona codependiente es aquella que ha permitido que su vida se vea afectada por la conducta de otra persona, y que está obsesionada por controlar esa conducta”.

Es decir, para sentirse valiosos y útiles necesitan que la otra persona siga manteniendo sus comportamientos dependientes y esto solo pueden asegurarlo controlando la situación de cuidados y promoviendo hábitos de dependencia en la persona con demencia. Así, en muchas ocasiones terminan cargando con responsabilidades que no les corresponden o con la culpa por algo que nunca ha estado en sus manos. 

¿Qué nos puede hacer sospechar que el grado de implicación y cuidado son de codependencia?

  • Creencia de ser indispensable y baja tolerancia a los cambios. Tienen pensamientos sobre ser el único que puede proporcionarle al enfermo los cuidados necesarios, así como baja tolerancia ante hechos imprevistos. En ocasiones, solucionan problemas de un modo extremo.
  • No estar dispuesto a delegar algunos cuidados ni a pedir ayuda de forma planificada. No se fían de otros cuidadores y cuando solicitan ayuda no lo hacen de forma asertiva. Con facilidad se sienten ofendidos y no aceptan ayuda de otros familiares, cuidadores o recursos sociales externos. Asimismo, están presentes los sentimientos de sobrerresponsabilidad.
  • No aceptar los límites propios y de los otros. Hay una mayor dificultad para aceptar las limitaciones propias del cuidado y de los retos de la enfermedad (cansancio, enfado, tristeza…) y para expresar sus necesidades. Se dan conductas de autonegligencia en sus propios cuidados (no ir al médico, posponer intervenciones quirúrgicas, no tomarse tiempo de descanso periódico, descuido personal…).
  • Dificultad para expresar sus necesidades y sentimientos con moderación. La presencia de sentimientos de culpa y vergüenza, sobre todo, ante expectativas no cumplidas. Se observa baja autoestima y confianza.
  • Todo gira en torno a la situación de cuidado y la persona con demencia. Hay una “interdependencia” entre la persona que cuida y la persona que presenta un deterioro cognitivo. El cuidador no tiene planes de futuro, ni aficiones, con abandono total de sus objetivos personales.

Ante todo esto, si el cuidador establece una relación de cuidados saludable, permite prevenir, por un lado, el agotamiento extremo, y por el otro, favorece que la persona con demencia reciba cuidados efectivos y se promueva su autonomía al máximo.

¿Se puede mejorar? ¿Hay algún tratamiento efectivo?

El primer paso está en la toma de conciencia del tipo de dinámica relacional establecida con su familiar. Es básico, preservar un equilibrio entre el apego propio de una relación con un ser querido y la separación necesaria para poder cuidar adecuadamente. Los familiares y los profesionales cercanos tienen un papel fundamental en la detección y apoyo de la persona inmersa en una relación codependiente.

Asimismo, está demostrado que las terapias psicológicas pueden ser de gran ayuda en la mejora de los síntomas y en la modificación del estilo de afrontamiento frente a los cuidados.

Entre las recomendaciones a considerar para un relación saludable de cuidados, estarían:

  • Aprender a pedir ayuda de forma planificada y buscando los recursos necesarios para disponer de ellos cuando sean necesarios.
  • Permitir participar en los cuidados (familiares, amistades, profesionales u otros servicios externos).
  • Darse permiso para poder expresar sentimientos y emociones (miedo, impotencia, tristeza, dolor…), y si es necesario, pedir la ayuda de un profesional que facilite el poderlos manifestar.
  • Buscar espacios de propio autocuidado (ir a pasear o realizar ejercicio físico, hacer una actividad que nos agrade, quedar con una amistad para charlar un rato, ir al cine…) y atender a nuestras propias necesidades de salud (visitas médicas, tratamientos…).
  • Aceptar limitaciones en el cuidado y la propia impotencia y rabia ante situaciones que no están bajo nuestro control (agravamiento de la enfermedad, accidentes, síntomas de difícil manejo…).
  • Buscar ayuda de forma temprana, con apoyo psicológico o médico si consideramos la situación nos está perjudicando a nivel emocional y de salud.

Uno de los riesgos del sobrecuidado y la implicación extrema es el de sufrir agotamiento extremo, y para el que es cuidado, la efectividad de los cuidados es muy diferente en este caso, en comparación con tener un cuidador que se cuida, tanto física como emocionalmente.

Bibliografía consultada

  • Bermejo JC. Mi ser querido tiene Alzhéimer. Ed. Salterrae. Cuadernos del centro de humanización de la Salud. 2010.
  • Mazzarello R. Estudio sobre la codependencia y su influencia en las conductas de riesgo psicosocial. Universidad de Barcelona.</em
  • Mellody P, Wells A, Miller K. La codependencia: qué es, de dónde procede, cómo sabotea nuestras vidas. Aprende a hacerle frente. Paidós Ibérica, 2005.
  • Martins RM, Menéndez MC. Depression and/or codependency in women: the need for a differential diagnosis. Barbaroi no.34 Santa Cruz do Sul. 2011. Universidad de Barcelona. España.