“Es un proceso atravesado por incertidumbre, miedos y muchos cambios. En mi caso, lo atravesé como experiencia personal con mi abuela, que tenía una demencia avanzada y se caía frecuentemente. No es un tema del que se hable mucho, no lo vemos mucho en la tele, no se educa a la gente sobre esto.”
Así comenzaba la Dra. Cintia Martínez, en la charla virtual “Institucionalización del adulto mayor” organizada por el Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria que se realizó el pasado 6 de diciembre de 2021.
Repasamos, en esta primera nota, los aspectos centrales sobre el tema, especialmente sobre las razones que llevan a considerar esta posibilidad y el rol de los cuidadores. En la próxima edición, profundizaremos sobre otro aspecto importante de la charla: cómo elegir un geriátrico una vez que se tomó la decisión.
Pensar en un geriátrico: ¿Por qué se llega a tomar esta determinación?
Se da una conjunción de situaciones entre las cuales hay dos factores principales que destacaron las profesionales: el estado de salud de la persona y el de sus cuidadores.
¿Cuánto tiempo podemos cuidar a un familiar? “Una cosa es hacerlo durante dos o tres meses y otra muy diferente es pasar cinco, seis años cuidando a un ser querido. A veces, la persona -por su estado de salud- desconoce a su familiar, eso es muy triste. Entonces, el agotamiento crece y la salud del cuidador se deteriora, también su calidad de vida”, expresó la Dra. Martínez.
“La red familiar, los llamados cuidadores informales, suelen ser una o dos personas que cargan con toda la responsabilidad y las tareas de cuidado. Éstos, en cierto punto, claudican por el enorme desgaste que conlleva. A veces, hay familias que están muy agotadas de los cuidados, eso lo solemos ver”, completó.
La persona mayor, a medida que pierde independencia. Hay muchos factores físicos pero los más importantes suelen incluir una o más patologías que dificultan la independencia de la persona, señalaron: “la más importante es la demencia (ocasiona olvidos, problemas de atención y memoria, fallas en el lenguaje, o de conducta), que también suele acompañarse con fragilidad. Además, los trastornos del esfínter, las caídas a repetición (con sus consecuencias), los trastornos de conducta, entre otras.”
“Hay adultos mayores que requieren ayuda para casi todas las tareas cotidianas (comer, cambiarse, higienizarse, moverse, etc.) y la familia no puede satisfacer tanta demanda o no puede tener un cuidador las 24 horas que esté asistiendo a esta persona. A veces, las familias lo pueden resolver; pero otras, no”, expresó la Dra. Silvia Spina.
“Los médicos indicamos si la persona requiere supervisión permanente o manejo de remedios por terceros, ya que no puede administrárselos por sí misma. Pero es una decisión que toman paciente y familia, no hay un momento exacto.”
Los cuidadores formales. “Son la otra opción que se maneja pero, en ocasiones, no tienen la formación necesaria para estar cuidando de forma correcta a una persona. Cumplen más una función de acompañamiento. Además, se generan problemas con los turnos, los reemplazos, las vacaciones, es un desafío logístico para la familia.”
“Dependerá también de la situación de la persona, pacientes con demencia, trastornos de conducta o con sondas para comer -por ejemplo- complejizan el cuidado. Pero ante personas que están limitadas en su independencia y necesitan asistencia o compañia, no es necesario tener una formación especial.”
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Agradecimientos: Dra. Karin Kopitosky, Dr. Sergio Bialiew, Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria.
Video completo disponible en: https://www.instagram.com/p/CYB4ol_FVLa/
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