11 de diciembre de 2019

la sexualidad en la tercera edad

 La Sexualidad en la Tercera Edad
. Al defender un envejecimiento saludable y activo, no podemos pasar por alto, el tema de la sexualidad en la Tercera Edad, ni la amplia gama de Mitos y Prejuicios que la rodean, haciendo que muchas veces el «saber» se desvirtúe hacia el «creer», «querer» y «no querer». Retomando los conceptos de «Vejez» y «Proceso de Envejecimiento», en la mayoría de la bibliografía consultada, la vejez es sinónimo de pérdidas, duelos, déficit, crisis siempre patológica, jamás enriquecedora; en fin una situación inevitable de la vida a la que nadie quisiera llegar si le espera tal destino
. Este trabajo comprende al Envejecimiento como un «proceso de crecimiento natural, dinámico, inexorable y evidenciado por cambios en lo biológico, psicológico y social.» Dicho proceso es entendido en un sentido personal y singular. Aunque el envejecimiento es un acontecimiento universal en el ser humano, en cada persona se lleva a cabo con determinadas características, en los tres grandes aspectos antes dicho: en el cuerpo, el psiquismo y en las relaciones con los demás. No es lo mismo envejecer en la India, o en Argentina, tampoco se envejece igual en una zona rural y una urbana, como tampoco es lo mismo envejecer rodeado del afecto y cariño de los familiares y amigos, o aislado, en soledad en un asilo para ancianos, por más lujos y confort que tal institución pueda brindarle al viejo allí hospedado. Tampoco es lo mismo envejecer conservando un mínimo de salud física que permita desplazarse manteniendo la autonomía a pesar de los achaques, que envejecer postrado en una cama con total dependencia de otro que lo ate a la vida como cuando era recién nacido.
 Todos estos aspectos son caras de una misma realidad: el envejecimiento. margen55 página 20 Aunque este trabajo pretende centrarse en los aspectos saludables de la Tercera Edad, no hay que negar aquellas características que también existen y que en otras épocas, no muy lejanas eran las predominantes o exclusivas para hablar de la Vejez. En el rechazo por parte de la sociedad a la sexualidad en la Tercera Edad intervienen una multiplicidad de factores, más allá de los prejuicios, mitos, resistencias ante la vejez, temores, angustias que tal etapa despierta en aquellos que están próximos a ella
. Además, pocos especialistas se han sentado a analizar e investigar dicho tema, y se arriesgan a hipotetizar acerca de las funciones de la sexualidad en la Tercera Edad. Afirmando su existencia normal y saludable como en cualquier otra etapa de la vida. Todos suponen cambios normales, esperables; y en el caso de un envejecimiento patológico es más factible encontrar material el respecto.
 Se partirá aquí de la premisa que la sexualidad es normal y necesaria en la vejez. La sexualidad humana, es la resultante de factores Biológicos, Psicológicos y Sociales, que interactúan siempre y continuamente, aunque al momento de su manifestación predomine uno de ellos, los dos restantes siguen existiendo e influyendo. No hay que perder de vista que, la sexualidad constituye una parte de la personalidad humana, una forma más de su expresión, igual que el sentimiento de identidad, que junto a la autoestima, permiten decir a la persona quien es ella, diferenciándose de los demás «Es la imagen y representación que tenemos de nosotros mismos». El ser humano, a diferencia del animal, tiene la posibilidad de elegir, (aunque no siempre lo haga) su identidad sexual, ya que puede haber nacido con genitales femeninos o masculinos, pero eso no basta para determinar como se siente y como desea expresar y vivir su sexualidad. Entonces, si una persona vivió más de 40 años sintiéndose un hombre o una mujer: ¿Por qué al llegar a la vejez debe dejar de sentirlo? ¿Por qué se cree que la Tercera Edad es una etapa asexuada? ¿Por qué insistimos en que la sexualidad es sólo para la juventud?, No es malo ser hombre, mujer, homosexual, bisexual, transexual, etc, si nos identifica ante uno mismo y ante los demás, lo abominable es que pasemos a ser asexuados (ni los animales entran en tal categoría), por el simple hecho de haber cumplido más de 60 años.
 Pero si estamos frente a una doble suerte: poder envejecer, es decir que hemos sobrevivido a la vida, y a la vez lo hacemos saludablemente, gozando de nuestras capacidades físicas y psíquicas, entonces ¿por qué negamos la existencia y goce de la sexualidad en la Tercera Edad? Porque somos producto de una historia, de una cultura, emergentes de una estructura familiar y descendientes de la especie humana, estamos multideterminados en nuestra naturaleza de ser viviente y por ende no podemos subestimar ninguno de dichos determinantes. La persona mayor debe enfrentarse en esta etapa a una doble adaptación: -A su entorno social, que lo encasilla en un determinado rol, que la mayoría de las veces termina siendo un no – rol: «no es capaz de hacer nada, ya no puede hacer esto; es igual a no puede hacer nada». -A su situación personal, desde los cambios reales hasta los fantaseados por creencias que sostuvieron desde su infancia. Todo remite sin esquivos a los prejuicios sobre el envejecimiento, y a continuación veremos el que sostiene que la vejez es una etapa «asexuada». margen55 página 21 Las personas mayores tienen que cargar sobre sus espaldas con los impulsos libidinales y los agresivos también, al mismo tiempo que enfrentan los cambios corporales y emocionales
. Hasta hace pocos años se creía que la menopausia marcaba el final del goce sexual femenino, debido a que se justificaba la sexualidad como necesaria para acceder a la maternidad. Este es el clima en que fueron educadas las mujeres ancianas de hoy, y aunque el cambio es lento, y progresivo, se debe aceptar que la sexualidad en la Tercera Edad sólo responde al puro deseo de sentir placer, de abrazarse a otro cuerpo, de amar. «El vínculo amoroso establece un espacio de encuentro íntimo que no envejece» Se supone que una vez alcanzada la madurez y seguridad que brinda la experiencia, cuando las mismas tienen más peso que los tabúes, cuando se toma conciencia de que la vida es limitada, aparece el deseo más intensamente que nunca suplicando ser vivido a pleno, pero el peso de los prejuicios está siempre presente. Las generaciones más jóvenes condenan tales sentimientos y actos en las personas viejas, colocándolas en un lugar marginal, del cual resulta difícil salir ileso. Los signos del tiempo en el propio cuerpo y el deterioro físico provocado por algunas enfermedades atentan contra las relaciones de los ancianos porque afecta directamente a la autoestima, y el deseo sexual puede sufrir modificaciones. A la vez, una persona que puede mantener una buena relación afectiva y estar contenido tiene menos riesgos de padecer las dolencias a las que son más proclives por la edad. Uno de los miedos más comunes de los hombres que comienzan a transitar la tercera edad es la incapacidad para provocar o mantener una erección, pero con la aparición de la «pastillita milagrosa» Viagra, todos esos fantasmas quedaron en el pasado. El problema que tenían los viejos hasta la llegada de estas nuevas drogas era qué hacer con su sexualidad cuando la genitalidad perdía la primacía en la relación hombre-mujer. La mayoría de los hombres que tenían trastornos eréctiles la pasaba mal y se retiraba de la actividad sexual. No podía acomodarse a una nueva forma de convivencia y esto traía trastornos serios de la relación de pareja, porque como entre ellos no se hablaba, el conflicto no se solucionaba. Sin dudas, el Viagra es uno de los grandes inventos del siglo XX porque modificó el ejercicio de la sexualidad en muchas personas que pensaban que ya no tenían más acceso a la genitalidad y pudo revitalizar el funcionamiento sexual de la pareja. De la misma manera, en épocas anteriores muchas sociedades consideraban que la vida sexual activa de la mujer se acaba con la menopausia; en la actualidad, reemplazo hormonal de por medio, se sabe que esto tiene poca importancia e incluso en muchos casos se manifiesta lo contrario: librarse de la amenaza de un embarazo no deseado provoca una mayor predisposición al ejercicio de la genitalidad con la pareja. Concluiré sosteniendo que, la sexualidad es algo que existe desde que el ser humano nace hasta que muere y, a pesar de las modificaciones que va teniendo a lo largo del tiempo, la necesidad de estar con el otro es algo que puede darse placenteramente en cualquier momento de la vida. Esperamos que las cosas cambien para que no se produzca el efecto de la profecía autocumplida: seré viejo, enfermo y recibiré poca atención; en consecuencia, mejor es autoaislarme que recibir la descalificación desde el otro. Es importante aceptar, comprender, respetar e investigar la existencia de la sexualidad en margen55 página 22 la Tercera Edad, desterrando mitos y prejuicios que giran en torno a ella.
 La sexualidad es parte inherente a la condición humana y nos acompañará durante todo el transcurso de nuestra vida. Las personas que tienen sesenta, setenta y ochenta años tienen derecho a disfrutar de su vida entera en plenitud, incluyendo la sexualidad. Esta sexualidad varía con los años pero está presente, es una forma muy fuerte de comunicación en una pareja a cualquier edad, e incluso puede ser muy importante para el buen tránsito por etapas del envejecimiento. Siguiendo la línea de reflexión del Dr. Salvarezza: «La visión puritana de la sociedad despliega concepciones moralistas tales como que la sexualidad en los viejos no es ni posible ni necesaria, y si ocurre, no es normal. Se constituye así un doble juego de valores. Por un lado se niega la sexualidad y la idea de su presencia escandaliza y por el otro, se torna fuerte el clisé de «viejo verde». El viejo queda de esta manera atrapado en la disyuntiva de no tenerla o tenerla, pero ser desplazado por enfermo, teme al escándalo o al ridículo, producto de la presión de la opinión, la persona se vuelve esclavo del que dirán, se imbuye en las consignas de decencia y de castidad impuestas por la sociedad. Sus propios deseos le avergüenzan, los niega; se rehúsa a ser ante sus propios ojos un viejo lubrico, una vieja desvergonzada. Se defiende de sus impulsos sexuales al punto de reprimirlos en el inconsciente. -11- Otra fuente de discriminación sexual contra la vejez son los mensajes de una sociedad fijada a la juventud. Los avisos comerciales de la televisión nos dan un estereotipo en el que la sexualidad solo existe para personas jóvenes, lindas con músculos duros y cuerpos ágiles, la idea de personas añosas gozando se presenta como algo lúbrico y repugnante. Entonces, influenciada por los medios masivos de comunicación la juventud es la depositaria de las manifestaciones sexuales, negando y descalificando a los viejos. Al negarse a reconocer la sexualidad en los viejos, las generaciones mas jóvenes, se niegan a reconocerse a si mismos en los viejos que serán, en sus deseos y posibilidades, y esto acarreara muchas dificultades al momento de lidiar con la vejez. La persistencia de concepciones ideológicas moralistas, y por los factores dominantes en nuestra cultura actual, se conjugan para mantener una conducta de negación sobre el conocimiento científico de la sexualidad en los viejos, manejándonos con pseudo conocimientos, prejuicios y falacias. Hay una creencia socialmente instalada de que los viejos no tienen deseos y no son seres atractivos. Pero creo que es muy importante tener en cuenta que el atractivo no se basa sólo en el aspecto físico, (la aparición de canas o la caída del cabello, las arrugas o los cambios corporales), sino que el carisma, la calidez, la honestidad y el respeto son factores fundamentales para generar atracción. La sexualidad es algo que existe en el ser humano desde que nace hasta que muere, influye en la sensación de sentirse vivo y combate la soledad. Destaquemos que cuando se habla de sexualidad en la vejez, uno se encuentra ante un doble trabajo, ya que no sólo debemos luchar contra los tabúes de la sexualidad, sino también contra los tabúes de la Tercera Edad. En nuestra cultura, de religión judeocristiana imperante, la sexualidad es considerada como «un mal necesario», siempre con el fin último de la reproducción, donde la existencia o no de margen55 página 23 placer no es considerada importante, ni mucho menos necesaria y vital. Y aunque estemos transitando el tan anhelado y temido siglo XXI, el permiso de exposición y expresión sexual no ha sido generalizado. Aún seguimos sosteniendo mitos y tabúes como en el 1900, tal es el caso de la sexualidad en los adultos mayores. Los matices de la sexualidad de los adultos mayores no suelen ser expuestos públicamente, a pesar de que se vivan años de apertura en este terreno. En la sociedad existe una resistencia a hablar sobre las prácticas de los adultos mayores. El problema no sólo no encuentra cabida en el escenario social sino que muchas veces se instala en el ámbito mismo de las parejas de adultos mayores. «Quienes tienen hoy más de 60 años pertenecen a una generación donde toda la temática que tiene que ver con la sexualidad era más bien una cosa oculta». Cuando se le pregunta a muchas mujeres viejas por su sexualidad, dan respuestas de este estilo: ‘Ah no, por suerte ya no más’. Analizando el fenómeno se deduce que lo que incidía mayormente en esto era un aspecto social de desconsideración hacia la mujer, que estaba incluida como un objeto dentro de la relación sexual y no como un sujeto activo y participante. Se espera que los ancianos y ancianas del mañana dialoguen de estos temas con mayor espontaneidad y vivan su sexualidad sin tabúes. Los profesionales que estudian la vejez sostienen que no hay concepción más falaz que suponer que el sexo es privativo de la juventud. La inclinación hacia el sexo está siempre presente porque es una necesidad no sólo biológica, sino emocional y afectiva. El sexo es un aspecto importante en la vida de una persona, independientemente de la edad. Aceptar la existencia normal de la manifestación y goce de la sexualidad durante la vejez, no sólo es colaborar con una mejor calidad de vida para esta etapa ya que así estamos asegurándonos un envejecimiento más placentero para cuando seamos nosotros (adultos de hoy) quienes tengamos la suerte de transitar por la Tercera Edad. Espero que se haya entendido el objetivo de este trabajo: ya que es cierto que quienes deben animarse a vencer los prejuicios son aquellos que están viviendo la vejez en este momento, pero todos debemos colaborar desde el lugar que nos toca, educadores, familiares, amigos, profesionales, para que sea posible crear un nuevo modelo para envejecer, adecuado a los tiempos que corren. Ser viejo como en el siglo XIX sí que es una antigüedad. Calidad de vida es mucho más que confort y comodidades para nuestros Adultos Mayores, es también asegurarnos un futuro más placentero, y que envejecer no sea una tragedia sino una dicha. III. IV. -Las Teorías del Envejecimiento Ya consideramos que el hablar de vejez suele remitir a una larga

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