27 de agosto de 2015

Los viejos deben ser escuchados

“No pienso en la vejez como en una época cada vez más penosa que tenemos que soportar de la mejor manera posible, sino en un tiempo de ocio y libertad en el que estamos liberados de las urgencias artificiosas del pasado, libres para explorar lo que deseamos y para unir los pensamientos y las emociones de toda una vida” Oliver Sacks

Soy un viejo o un adulto mayor. Creo que es una diferencia semántica y no de contenido. Hablan de nosotros desde un escalón superior de la escalera. Desde el escenario nos analizan y pasivamente desde la platea, escuchamos. Queremos subir al escenario y ser partícipes de la puesta, interactuar, opinar y enriquecer con nuestras vivencias en un diálogo superador que en la actualidad es un mero monólogo. Hay un silencio subyacente que debe verbalizarse. Venimos callando y eso es perjudicial para nuestra salud. Debemos poner en palabras nuestros miedos, nuestros temores, nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestras limitaciones, nuestra soledad y todos los etc. que quieran agregarle. Deben escucharnos. No podemos hacer piquetes y cortar el tránsito porque nuestras fuerzas flaquean, pero nuestra voz es lo suficientemente fuerte para ser escuchada por quienes quieran hacerlo.

Ser viejo es una etapa de la vida difícil, me atrevería a compararla con la adolescencia. Difiere de esta en que hemos perdido todos los atributos distintivos de esa etapa. Estamos como el adolescente, en un proceso de reacomodamiento, tan desequilibrante como el de aquel. El terreno no está nivelado, tiene un suave declive que es necesario recorrerlo con mucha prudencia porque un tropiezo tendría consecuencias impredecibles.

¿Que nos pasa? Tenemos crisis de identidad por el conjunto de pérdidas que vamos experimentando de manera acumulativa (nos jubilamos, la pérdida de un ser querido) y que pueden disminuir nuestra autoestima. Tenemos crisis de autonomía por el deterioro de nuestro organismo... Y también tenemos crisis de pertenencia, por la pérdida de los roles a los que estábamos acostumbrados y debemos reacomodarnos. Es un combo bastante complejo el que hay superar y para ello debemos contar con el apoyo y la comprensión de nuestro entorno sino es una batalla casi perdida, no pretendo dramatizar, es lo que percibo.

La soledad de los viejos es una situación de vulnerabilidad y marginación- y posible exclusión- que viven un gran número de personas que difícilmente elevan el grito y exigirán satisfacción a sus necesidades debido a la fragilidad en que se encuentran. Los mayores que se sienten solos no provocan una crisis social significativa como podrían provocar otros grupos porque no tienen siquiera las fuerzas suficientes como para exigir por sus derechos. Frente a esta situación como reaccionamos; nos victimizamos, por teléfono o personalmente. Relato un dialogo entre mamá o papá con un familiar: Hola como estás. Respuesta: que quieres que te diga me duele todo. Pero no fuiste ayer al médico?. Si pero me dio la secretaria la receta de la medicina que estoy tomando y me dijo que el médico de cabecera estaba muy ocupado. Los viejos vamos al médico no porque seamos medico dependientes, es porque necesitamos que alguien nos escuche y eso no sucede. Nos hacemos los enfermos o nos quejamos para llamar la atención. ¿Es necesario utilizar esos artilugios para que nos tengan en cuenta?

Como concurrente a distintas asociaciones donde se reúnen adultos mayores, me voy a referir a la forma en que asumen la vejez las mujeres y los hombres. Hay una diferencia muy importante, enhorabuena porque si no sería muy aburrido. Mientras la mujer se reacomoda a esta nueva etapa, porque puede hacerse de nuevas amistades, verbalizar lo que le pasa y contarlo. El hombre, sin embargo, sufre un proceso de aislamiento, le cuesta mucho trabajo relacionarse con sus pares, es muy dificultosa su integración. Es tan notoria la diferencia que en los talleres o diversos cursos la concurrencia es un 98% femenina. Hay dos factores’, entre otros, que hay que tener en cuenta: la mujer después de los 60 años tiene una sobrevida mayor en un 20% a la del hombre. El segundo factor ha sido producto de investigaciones de las neurociencias que nos indican que el hombre procesa en forma diferente los acontecimientos, ojo diferente, ni mejor ni peor. Por ese motivo enfrentan la viudez en forma distinta.

Cuando escucho a familiares (hijas o hijos) mi vieja o viejo me tienen podrido, solo se quejan; están pidiendo a gritos vuestra atención, un cariño, un beso, un mino puede ser la mejor medicina. ¿Se han preguntado cuanto hace que no le toman la mano y le dicen; te quiero, es tan difícil?

A todos los que se ocupan de las Ciencias del Envejecimiento, les sugiero que no solo en los Congresos hagan paneles donde se debatan las distintas patologías de los que envejecemos, es importante escuchar la palabra de los destinatarios de vuestras investigaciones, es la pata que hace falta para que la mesa esté equilibrada, queremos interactuar y que nuestra opinión sea tenida en cuenta y valorada.

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